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¿Tele qué??, la odisea del teletrabajo en España

octubre 5, 2021

En términos laborales, España dentro de Europa es un país del cretácico, repleto de «jefesaurios» cuyo único fin es perpetuar unas dinámicas de trabajo obsoletas y desfasadas a medida que la tecnología nos rodea sin tapujos hasta el punto de que nuestras dinámicas presenciales son en realidad telemáticas, y de hecho ya lo eran antes de la pandemia, pero muchos no querían darse por aludidos.

Jefesaurio contemplando el advenimiento de una nueva era sin ser consciente de su pronta muerte.

Lo cierto es que usamos «whatsapp» para comunicarnos con los clientes, el correo electrónico está al orden del día para gestionar pedidos, comunicaciones y gestiones diversas. No hay empresa que ya «sin querer» no tenga una nube en algún sitio como «Dropbox» o «One Drive» y nos hemos acostumbrado a utilizar cuentas de Microsoft en nuestro Windows de toda la vida y, casualmente, esas cuentas apuntan al dominio que toda empresa que se precie ya usa más o menos de forma ordinaria para su web, etc.

¿Qué nos faltaba para darnos cuenta de que todo nuestro ámbito laboral estaba en la red?, supongo que una pandemia que nos forzó a que aquellas reuniones telemáticas ocasionales con clientes lejanos, ya una vez confinados nos resultara obligado hacerlas con medios como «Zoom» o «Teams» por decir dos nombres más o menos populares.

Pero los «jefesaurios» han visto que sus empleados ya tienen las mágicas vacunas (que de mágicas nada, pronto se evidenciará) y con ellas la pandemia se ha terminado y «venga, ¡todos a la oficina!», con lo cual hordas de trabajadores se han dirigido medio obligadas a su «añorada» presencialidad, donde volveremos a calentar asientos de 9 a 19h porque así lo demandan los «jefesaurios» que les importa muy poco si la productividad es X o Y, en realidad no valoran eso, en realidad valoran el aparente control que ejercen sobre sus empleados, porque piensan que dirigir una empresa es dar órdenes sin ton ni son, en vez de organizar flujos de trabajo eficientes donde cada empleado sea el resorte de una cadena bien organizada y engrasada donde dar órdenes sea en realidad perder el tiempo.

Otros «jefesaurios» alegan a la creatividad y el contacto social, cuando en realidad la creatividad es ajena a lo físico o la presencialidad, y forma parte de un proceso individual que se convierte en colectivo mediante cualquier medio, por mucho que alguno hable de «síndrome zoom». Las cosas no son ni blancas ni negras, en los grises está la fórmula que hace que un equipo de gente trabaje bien, en físico y en digital, en Madrid o en Villaquetempujo de Abajo.

Sin embargo hay otros factores que hemos olvidado, y no solamente tienen que ver con el virus, sino con la sostenibilidad de las ciudades, el bienestar psicológico de los empleados y, por supuesto, el cambio climático.
Al final tras todo este desastre de la pandemia resulta que no cambiamos nada, todo son palabras vacuas destinadas a aparentar que hacemos algo, pero cuando una pandemia nos ha demostrado que se puede mantener el mundo funcionando mientras evitamos atascos, aglomeraciones y mejorando la conciliación laboral y familiar; lo mandamos todo a la mierda en unas semanas y regresamos a las aglomeraciones, atascos, amén de la insoportable ración de horas perdidas en esos traslados que merman y mucho la productividad, no es que regresen esos atascos, ¡¡los hemos incrementado!!, aderezados con una mezcla de lo peor, y es que volver a la presencialidad no es más que un simulacro de lo que ha sido la dinámica laboral tras evidenciarse que «otro mundo es posible». Me temo que muchos «jefesaurios» se darán cuenta poco a poco cuando otros les cojan sus empleados de manera silenciosa porque ofrecen mejores condiciones laborales, flexibles y mejor organizadas que estar atado a una silla calentada en un horario fijo.

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Bien que usaron esos «jefesaurios» la flexibilidad cuando les interesaba y, naturalmente, esa especie del cretácico utilizará el «teletrabajo» cuando le venga bien, forzando a fuera de horario seguir haciendo tareas a sus empleados. Una relación desigual en la que el «teletrabajo si, pero cuando me conviene». La fuerza laboral ante esto no puede resignarse y ha de alzar la voz porque muchas empresas han reducido espacio en oficinas, han hecho soportar gastos no justificados a sus teletrabajadores, les han hecho trabajar en horarios a conveniencia e incluso les han tenido en ERTE trabajando más horas de lo estipulado.

Tampoco hagamos inocentes a todos los «teletrabajadores», muchos no han hecho bien su trabajo, no han sabido organizarse y han disminuido su productividad «porque nadie me dice lo que tengo que hacer». Ante esto los que no son «jefesaurios» pero no saben organizar la fuerza laboral han de reciclarse cuanto antes, y empezar a aprender muchísimas metodologías existentes para que los trabajadores sean de verdad recursos y no esclavos al dictado de unas órdenes; el trabajo siempre debe ser un flujo constante que mantenga a la fuerza laboral en marcha sin precisar instrucciones continuas, en todo caso podemos realizar reajustes, reuniones (las justas) para distribuir tarea y sacar el mejor partido de cada uno de nosotros como fuerza laboral.

El hecho de trabajar en físico o en remoto no es un dilema, todo lo contrario, es una oportunidad de mejorar muchísimas cosas en la sociedad y nuestro entorno, de densificar áreas despobladas, de evitar atascos, de disminuir las aglomeraciones en el transporte público, de diversificar la fuerza laboral, de flexibilizar y hacer más productivas nuestras relaciones empresa/trabajador, más si cabe cuando como bien sabemos, debemos reducir cuanto antes los niveles de polución y emisión de CO2 a la atmósfera. Es triste que con estas premisas tengamos a un Gobierno inoperante que tan pronto pasó el primer confinamiento decidió hacer desaparecer la palabra «teletrabajo» de su vocabulario. Seguramente eso de ser «progresista» no vaya en el ADN de ningún partido por lo que se ha ido evidenciando.

Esperemos cambiar, DEBEMOS cambiar. Este es un blog donde la palabra cambio aparece mucho, pero la realidad es que involucionamos, pues haber casi superado una pandemia sin sacar una sola lección en claro y verlo de manera evidente denota poco aprendizaje, inercias salvajes que nos hacen más infelices y que no mejoran en nada esos pequeños detalles que son realmente los que hacen el planeta más vivible.

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